Siempre me ha fascinado la relación entre el color y la identidad. En este cuadro, Mujer pintándose de verde, quise explorar cómo nos transformamos a través de lo que elegimos mostrar. La figura femenina se aplica con delicadeza un pigmento verde, un color que para mí representa renacimiento, naturaleza y también una especie de armadura emocional. No se trata solo de maquillaje: es un acto simbólico de construcción personal, de elegir quién se quiere ser frente al mundo.
El fondo está deliberadamente difuso, como si el entorno fuera menos importante que el acto íntimo de autodefinirse. Los trazos son suaves en el rostro, pero más expresivos y sueltos en el cabello y el entorno, reforzando esa tensión entre el control y la libertad. Utilicé óleo porque me permite crear capas de significado, como si cada capa de pintura fuera una parte de su historia.
Es una obra que invita a preguntarse: ¿cuánto de lo que mostramos es elección y cuánto es imposición? La mujer no se disfraza, se construye. Y en ese gesto íntimo hay una belleza poderosa, serena, que he querido capturar con todo el respeto y la emoción que me inspiró mientras la pintaba.
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